Mácula lútea, de Fernando Sánchez Mayo, consigue transmitir una mirada existencialista ante la visión del mundo. Ese existencialismo trascendental que penetra en el lector a través de los ojos del poeta suele tener un mecanismo lingüístico bien definido a través del ritmo, la constante sonora de sus versos. Así, la pretensión del poeta se transmite desde el mismo título, un tecnicismo médico, mácula lutea, del latín ‘mancha amarilla’, utilizada para designar la zona de la retina especializada en la visión fina de los detalles, nos sirve entre otras cosas para poder leer y distinguir las caras de las personas, nos confiere la agudeza visual.
Otros títulos se me viene a la cabeza La realidad invisible, de Juan Ramón, Estudio de lo visible, de Mariano Peyrou o Vista cansada, de Luis García Montero, por poner algunos ejemplos de libros donde están presente la idea de ver, saber ver la extraña realidad con los ojos de las palabras. En el caso de Fernando Sánchez Mayo esto se convierte en un deseo explícito y en una invitación o un reto, como anuncia algún poema como “Date cuenta”. Por otra parte, hay una constatación del miedo a no ser uno mismo a través de la palabra. Se trata de toda una lucha contra la oscuridad, contra el olvido y lo inefable. Hasta aquí la primera parte “Los poemas del miedo”.
En la segunda parte “Poemas de la adversidad”, el miedo se convierte en tristeza, melancolía, adversidad del tiempo.
Por último, “Los poemas de la almohada”, más breves son también los más sugestivos. Aquí el sueño, las galerías internas del subconsciente tienen un papel principal. Son probablemente los que mejor consiguen ver aquello que pocos alcanzan. Me quedo con este titulado “El caracol”. Disfrútenlo:
EL CARACOL
El caracol aún no ha llegado
—como de costumbre—
Y estamos hartos de tanto esperar.
Hay un olor intenso
derramado en cada uno de nosotros,
pero nadie sabe descifrar
qué esencia palpita
en el corazón de la esquina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario