Juan Antonio Bernier, promesa cumplida de una voz singular, extrañamente singular por su esencialidad. Raíces profundas en la mística de San Juan de la Cruz, por ejemplo, brotan en algún poema. Quizás también se asome la maestría de Hugo Mújica y tanta poesía bien leída. Poderosa y difícil sencillez de versos que abarcan más allá de los límites que establece el lenguaje corriente, sin duda. Trascendencia, sí, pero en la tierra, volando hondo, y si me apuras, puro, limpio y claro: honesto. Con este poema comienza la segunda sección del poemario. Nos conciliará con el ser humano, necesario.
Hay hombres y mujeres
en pie,
como la lluvia.
Llueven amor, derraman
sin límites la vida
sobre sus semejantes.
Cuando se encuentran lejos
quisiéramos tener un corazón
de más largas raíces.
Ignoran su belleza
como quien pisa hojas
sin sentir su quejido.
Son la luz del mundo
sin saberlo.
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